Eso es, precisamente, lo que nos ofrecieron la pasada semana en uno de los inmuebles anexos al Ayuntamiento de la ciudad en la que, desde el pasado 1 de Enero, residimos.
Allí fuimos recibidos, junto a otros tantos nuevos residentes de Amersfoort, por el alcalde ( Lucas Bolsius ) y parte de la corporación municipal que regenta este municipio. Por supuesto que no faltaron, junto a las palabras de bienvenida de cada uno de los políticos, el intento de hacer campaña e intentar acercarse lo más posible a pueblo que le vota y, por supuesto, es soberano.
Tras los mítines, los refrescos y los piscolabis los nuevos residentes nos separamos en grupos para hacer una actividad junto a lo largo de la ciudad. Alguna de las propuestas eran el montarnos en un bus turístico, el hacer un recorrido en barquito por sus canales o el hacer una visita a pie guiada por el centro histórico. Aunque finalmente nosotros nos decidimos por, a nuestro entender, la más atractiva de las propuestas: el subir a lo más alto de "Onze Live Vrouwetoren" o lo que en cristiano viene a ser: ‘Torre de Nuestra Señora’. Dicha torre no solo se encuentra en el mismo centro de la ciudad sino que es considerada topológicamente el centro mismo de Holanda. La construcción de tal monumento data de mediados del siglo XV y hasta primeros de XIX era el campanario de una gran iglesia, hasta que un gran incendio devoró el templo dejando tan solo la torre que ha sobrevivido al paso de los siglos, dos guerras munidales y varios incendios.
Lo más impresionante de tal monumento son las vistas que uno tiene desde lo más alto, pues entre sus 98 metros y la llanura que es la tónica de la geografía de los Países Bajos, puedes ver varias ciudades en la lejanía y, por supuesto, la propia que tienes a los pies.
Cuando descendíamos nos encontramos con la sorpresa de ver cómo el organista de la torre estaba ensayando y tocó para nosotros varios temas populares, fáciles de reconocer a pesar de que lo que hacía tocar con su órgano eran las campanas. El señor, entre partitura y partitura, nos contó que para llegar a ser organista de campanas tienes que estudiar durante varios años y tal estudio solo se puede hacer en dos ciudades del mundo: en Amersfoort y en Mechelen (Bélgica).
La verdad que nos dejó una muy buena sensación el haber tenido tal recibimiento tan cálido en la ciudad que vivimos y el haber disfrutado de unas vistas tan impresionantes. Así que animo a todo al que venga a Holanda a visitar una ciudad tan antigua como ésta ( de hecho en 2009 celebró su 750 aniversario ) y a escalar los 350 escalones de su torre. Eso sí, os anticipo que la subida a dicho monumento solo es posible entre los meses de Abril y Octubre pues como podéis imaginar a casi 100 metros de altura en pleno invierno ni los más duros del lugar pueden soportar. La visita incluiría un traductor especializado en realizar tal tarea del holandés al paleño más llano.
Sin más me despido y os agrego el siguiente enlace a los que querais saber más sobre Amersfoort:
Un abrazo.
Para la realización de esta publicación han colaborado:
JUAN SALGUERO (Paleño en el extranjero).
JAVI LUKE (Maquetación).
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