Nació en el seno de una familia de jabegotes en el pasado siglo, concretamente el día 11 de febrero de 1884. Fue el tercero de los hijos habidos del matrimonio de Matías Rodríguez y Antonia Mellado. Sus hermanos, por orden de edad, se llamaron Antonio, María, José, Juan Perico y Manuel.
Empezaba Miraflores de El Palo a despertar en su expansión urbanística, con un grupo de casas cuyos habitantes estaban emparentados entre sí.
Eran los tiempos de Román "El Caracola", Juan Perico, Paco Sartenes, Frasquita "la Chanchaní", Ana "la Barcelona" y otros.
Los comienzos de Matías fueron como los de cualquier otro niño de su época: colegio y playa por la que sintió gran atracción desde que sus ojos avistaron el azul del Mediterráneo, ayudando a su padre en las faenas de las jábegas.
Para obtener la sabiduría, que después demostró, pasó largas noches leyendo, buscando en los libros el conocimiento complementario de todo cuanto encontraba en la mejor de las escuelas: la Naturaleza.
Adquirió una filosofía y un saber que posiblemente fuesen determinantes de que algunos le apodasen "El Fino".
Cumplió sus deberes para con la Patria en la Marina, en Melilla, mereciendo una distinción especial por haber salvado la vida de un compañero a riesgo de la suya propia. Este salvamento no fue el único que realizaría en su vida, pero sí el único por el que le fu e concedida una medalla.
Aunque sus superiores creían que debía seguir en la Marina y realizar estudios superiores, abandona ésta y al poco tiempo contrae matrimonio con una paleña, Antonia Andreu. De esta unión nacen seis hijos: cuatro hembras y dos varones. A los doce años de este matrimonio Matías queda viudo y vuelve a contraer nuevas nupcias con Victoria Toledo Cervantes, naciendo de esta unión cuatro hijas.
En ambos matrimonios su conducta familiar fue estable.
Transcurre su vida ligado siempre al mar como armador de artes de pesca y en el año 1929 fue nombrado Delegado de la Mutualidad de Pescadores; este cargo no sólo le ligaba a la Comandancia de Marina de Málaga, sino que le obligaba a viajar y visitar a los altos cargos del Ministerio. Este trabajo lo desempeñó con sabiduría, actuando con rigor y no permitiendo que se pescara el chanquete o la sardina fuera de su tiempo.
Su recuerdo aún perdura entre los pescadores. No hace mucho, en una reunión problemática desarrollada en el Bajondillo, alguien exclamó: "¡Matías, donde estés! ¿Por qué no vienes a solucionarnos esto?". Otros le evocaron cuando se quiso resaltar a un paleño, como hiciese Don Antonio Gutiérrez Mata durante una cena importante.
Matías Rodríguez era un hombre de pocas palabras, inteligente, mesurado, humano y serio.
Aunque murió el 5 de septiembre de 1937, en las playas aún está su recuerdo.
En la actualidad una plaza de El Palo lleva su nombre (ver fotos), con una lápida que se dio a conocer el día 22 de junio de 1986, a propuesta de la Asociación de Vecinos con la colaboración de la Peña "El Palustre" de gran raigambre en la Barriada.
Para la realización de esta publicación han colaborado:
· Historia del Valle de las Viñas de Miraflores de El Palo (Fuente).
· JAVI LUKE (Administrador).
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