El centro Safa-Icet de El Palo, el único de España en el proyecto de la UE para establecer los criterios de calidad en formación online, presencial y prácticas en empresa.
Las conclusiones finales se mostrarán en una conferencia en Málaga en el verano de 2015
En inglés se llama Blended Learning, en español sería una suerte de enseñanza a distancia combinada, porque incluye, además de la formación en internet, la formación en clase y el trabajo en las empresas. Una enseñanza ideal para quienes trabajan en una empresa y quieren seguir formándose o reciclarse pero también para quienes están en la Universidad o en el último ciclo educativo y desean ampliar conocimientos.
La pega hasta ahora es que la UE no había establecido unos estándares de calidad y cada centro de Europa seguía su propio criterio.
Este panorama cambiará en breve gracias a un proyecto europeo ya en funcionamiento en el que hay embarcadas universidades e institutos de Italia, Alemania, Finlandia, Austria, Grecia y España. La representación española está formada por Pedro Luis Garrido y Marco Moya, dos profesores de las Escuelas Profesionales Safa-Icet del Palo.
«Nos han escogido porque en el Safa-Icet llevamos más de 12 o 15 años con educación online», cuenta Pedro Luis Garrido. A su lado está Francisco Porcel, director de este veterano centro abierto en las playas del Palo en 1939 y que ha mejorado la vida de miles de malagueños. «Es una satisfacción que podamos participar en este proyecto europeo», cuenta.
Se trata además, subraya Pedro Luis Garrido, de un tipo de enseñanza que es ideal para frenar la plaga de paro. «El problema, lo hemos visto en España, es que la gente cuando se ha quedado sin trabajo no estaba reciclada. La intención es que siempre haya un reciclaje pero para ello tú no puedes dejar de trabajar ni irte las horas que quieras del trabajo, y tampoco puedes estar en la enseñanza online pura y necesitarás a una persona».
Esta enseñanza, que mezcla el ordenador con el aula y el trabajo en la empresa, parece la ideal para seguir formándose, por eso el trabajo del grupo de profesores europeos, incluidos los de Málaga, será entre otras cosas fijar criterios comunes. Por ejemplo, Pedro Luis Garrido resalta el problema de la falta de motivación del alumno ante la perspectiva de ponerse frente al ordenador y estudiar una vez acabada la jornada laboral.
«La solución, como el alumno tiene también sus horas en los centros educativos, ahí es donde el profesor puede motivar a alumno porque estás cara a cara con él». También llama la atención sobre una tecnología que parece olvidada pese a tenerla todos: el teléfono. El profesor también puede llamar al alumno entre una clase presencial y otra, plantea. Al grupo de trabajo le corresponde fijar, entre otros muchos aspectos, cuántas llamadas, las horas de trabajo en internet y en clase, para que se pueda compaginar con el trabajo en la empresa y no sea una carrera a contrarreloj que deje al alumno sin ganas de continuar. «Una persona que está en el trabajo no puede perder todas las tardes, como pasa ahora o hacer un máster hasta las 10 de la noche». Pedro Luis Garrido también subraya que esta enseñanza está dirigida a mayores de 16, así que en el caso de los estudiantes, se trataría de hacer prácticas en empresas.
El proyecto europeo tiene una duración de dos años y concluirá a finales del verano de 2015 en Málaga en una conferencia internacional en la que los profesores europeos expondrán sus conclusiones.
«Todos los centros estarán obligados a trabajar con estos estándares», recalca el profesor, que señala que este trabajo en común será una especie de programa Beta que están haciendo y se irá perfeccionando con el tiempo.
Y para los alumnos españoles, una buena noticia porque, como cuenta el director del Safa-Icet, cuando terminen su educación sabrán que «cuando salgan del trabajo podrán seguir evaluándose y preparándose, acomodándose a unos horarios» y con homologación europea. Un seguro educativo contra el desempleo que se está perfilando en unos pocos rincones de Europa, Málaga entre ellos.
Fuente: La Opinión de Málaga.
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